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La anómala respuesta de algunos puntos del cerebro de mujeres obesas ante la comida

Los centros de recompensa del cerebro en mujeres aquejadas de obesidad severa continúan respondiendo a los estímulos sobre comida incluso después de que ya han comido y no tienen hambre, a diferencia de sus homólogas delgadas, según indican los resultados de un estudio reciente efectuado por un equipo multidisciplinario del Centro Médico del Sudoeste (Southwestern Medical Center), dependiente de la Universidad de Texas en Estados Unidos.

En el estudio, el equipo de la Dra. Nancy Puzziferri comparó las actitudes y la actividad cerebral de 15 mujeres gravemente obesas (con un índice de masa corporal o IMC superior a 35) y 15 mujeres delgadas (con un IMC por debajo de 25).

Se tomaron imágenes de resonancia magnética de las participantes en el estudio antes y después de una comida. Ambos grupos mostraron una actividad notablemente mayor en el neocórtex, en la corteza límbica y en el mesencéfalo cuando tenían hambre. Después de comer, sin embargo, esa actividad cerebral cayó entre las participantes delgadas, continuando en cambio en sus homólogas obesas.

Incluso después de comer y de anunciar que se sentían llenas, las mujeres gravemente obesas continuaron reaccionando ante fotografías de comida de una forma muy parecida a como lo habían hecho cuando estaban en ayunas, tal y como exhibían los escaneos cerebrales analizados por el equipo de la Dra. Nancy Puzziferri, especialista en cirugía bariátrica y para pérdida de peso, y profesora de cirugía en el centro antes mencionado.

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La Dra. Nancy Puzziferri, ayudada por el Dr. Atish Chopra, lleva a cabo una operación de cirugía bariátrica en una persona con obesidad grave. (Foto: UT Southwestern)

En las mujeres delgadas el atractivo de la comida fotografiada bajó un 15 por ciento después de comer, mientras que en las mujeres gravemente obesas la reducción fue solo del 4 por ciento, como demostraron los escaneos cerebrales realizados con visualización por resonancia magnética para medir la actividad del cerebro. Después de comer, la actividad en puntos de la corteza prefrontal y del giro cingulado posterior cambió notablemente en el grupo de las delgadas, pero no en el grupo de las obesas. Las participantes obesas del estudio mantuvieron asimismo la activación del mesencéfalo, uno de los centros de recompensa más potentes del cuerpo.

Lo encontrado podría explicar por qué algunas personas con obesidad grave experimentan un impulso persistente en seguir comiendo a pesar de no sentir hambre.

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