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Una hora de ejercicio al día compensaría el estar sentado ocho horas

Apenas una hora de actividad física al día, algo tan sencillo como una caminata a paso rápido o andar en bicicleta, podría revertir el aumento en el riesgo de muerte precoz que conlleva estar sentado ocho o más horas al día, sugiere un estudio reciente.

«Estos resultados ofrecen más evidencias de los beneficios de la actividad física, sobre todo en las sociedades donde una creciente cantidad de personas tienen que estar sentadas durante largas horas de trabajo o de desplazamiento», señaló el investigador líder, Ulf Ekelund, profesor de actividad física y salud de la Escuela Noruega de Ciencias del Deporte, en Oslo, Noruega.

«Lamentablemente, solo un 25 por ciento de nuestra muestra hacía una hora o más de ejercicio al día», dijo.

El estudio también encontró que ver tres horas o más de televisión al día se vinculaba con un aumento en el riesgo de muerte temprana, independientemente de la actividad física, excepto entre las personas con el nivel más alto de actividad física.

Pero incluso entre los que hacían la mayor cantidad de ejercicio, el riesgo de muerte prematura fue significativamente más alto si veían cinco o más horas de televisión al día, añadieron los investigadores.

Lo que se asocia con el riesgo de morir antes no es la televisión en sí, sino que la televisión es un marcador de estar sentado y no ser activo, explicó Ekelund.

En su revisión de 16 estudios ya publicados que incluyeron a más de un millón de personas, los investigadores dividieron a los participantes en cuatro grupos: los que hacían unos 5 minutos de ejercicio de intensidad moderada al día, los que hacían de 25 a 35 minutos al día, los que hacían de 50 a 65 minutos al día, y los que hacían de 60 a 75 minutos al día.

El aumento en el riesgo de muerte precoz varió entre un 12 y un 59 por ciento, dependiendo de cuánto ejercicio hacían los participantes, mostraron los hallazgos.

«De hecho, los que pertenecían al grupo más activo (de 60 a 75 minutos al día) parecían no tener un mayor riesgo de mortalidad, aunque estuvieran sentados más de ocho horas al día», dijo Ekelund.

«Pase menos tiempo sentado, muévase más y mientras más se mueva, mejor», sugirió.

El informe, que no probó que la inactividad provocara la muerte precoz, aparece en la edición en línea del 27 de julio de la revista The Lancet.

Según el Dr. David Katz, presidente del Colegio Americano de Medicina del Estilo de Vida (American College of Lifestyle Medicine), «este importante análisis reafirma el cada vez más claro veredicto y un creciente cuerpo de evidencia que aborda la actividad física y la salud: todo movimiento es un buen movimiento».

Las evidencias están claras: un ejercicio moderadamente vigoroso ofrece una variedad de beneficios para la salud, enfatizó Katz.

«Si no hace ejercicio pero puede estar de pie con frecuencia, hágalo. Si no puede estar de pie con frecuencia pero puede hacer ejercicio, hágalo», añadió. «O algo todavía mejor, haga ambas cosas. Está claro que todo movimiento es un buen movimiento».

La inactividad física no solo aumenta el riesgo de muerte prematura, sino que es costosa, según otro estudio que aparece en la misma edición de la revista.

En ese estudio, los investigadores estimaron el costo de ser físicamente inactivo basándose en el aumento en el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular, y cáncer de mama y de colon. En dólares de 2013, los autores del estudio estimaron que la inactividad cuesta a Estados Unidos unos 28 mil millones de dólares al año.

«El costo económico actual de la inactividad física es soportado sobre todo por los países de altos ingresos. Pero a medida que los países de ingresos bajos y medianos se desarrollen, y si la trayectoria actual de inactividad continúa, lo mismo sucederá con el costo económico en esos países, que en la actualidad están mal equipados para manejar las enfermedades crónicas vinculadas con la inactividad física», señaló en una declaración la autora del estudio, la Dra. Melody Ding, de la Universidad de Sídney, en Australia.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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