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¿Es útil el Indice de Masa Corporal? Los cinco mitos sobre la pérdida de peso

La obesidad ha aumentado a escala mundial por décadas, exponiéndonos a mayor riesgo de experimentar diabetes, enfermedades cardíacas y variadas formas de cáncer. A medida que los números en la balanza incrementan, también lo hace la industria de las dietas y la pérdida de peso, que ahora vale miles de millones de dólares. Lo que no parece incrementar, sin embargo, es la comprensión nuestra sobre la obesidad y cómo perder peso. Estos son algunos de los mitos que obnubilan los hechos.

1-El Índice de Masa Corporal es inservible.
El índice de masa corporal (IMC) es un método simple y difundido para identificar si una persona es obesa o tiene sobrepeso. Calculado mediante la división del peso de la persona entre su altura al cuadrado, el IMC suele ser criticado porque no diferencia el músculo de la grasa y puede llevar a que la gente musculosa sea erróneamente clasificada como obesa. A pesar de sus limitaciones y ejemplos que puedan indicar lo contrario, la IMC está altamente vinculada a la grasa corporal y sus categorizaciones son correctas en 80% de las oportunidades. Sumar medidas simples como la circunferencia de la cintura puede ser aún más informativo, al elucidar dónde está ubicada esa grasa.

2. Los obesos no son sanos. La idea de que la gente obesa no puede ser sana ha sido repetida hasta el hartazgo. Sin embargo, la ubicación de la grasa en el cuerpo puede ser más importante para la salud que su cantidad total. Por ejemplo, la gente con cuerpo con “forma de pera” tiende a localizar la grasa en sus glúteos y costados, y, por lo tanto, tienen menos riesgo de desarrollar enfermedades vinculadas al sobrepeso que los que tienen “forma de manzana” y acumulan grasa en la zona del abdomen. Ser obeso pero tener “forma de pera” puede ser menos riesgoso que tener sobrepeso o un peso normal y tener “forma de manzana”, que implica una cantidad mayor de grasa visceral y de hígado.

Aunque atacar la pérdida de grasa corporal de una región a otra del cuerpo es difícil, una pérdida de peso general puede resultar en reducciones de los variados depósitos de grasa del cuerpo. Adicionalmente, el ejercicio puede ayudar a compensar el efecto negativo de la obesidad en la salud. Las personas obesas pero activas, que realizan actividad física regular, tienen un riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares similar a quienes tienen menos grasa pero son más sedentarios. Así, la inactividad física puede suponer un riesgo para la salud tan grande como la obesidad.

3.Tener un peso saludable es resultado de responsabilidad y poder de voluntad. En ocasiones se sugiere que la gordura surge por una combinación entre la glotonería y la pereza, considerando que la fórmula definitiva es comer menos y ejercitarse más. No obstante, incluso cuando la gente participa de programas de ejercicios, la pérdida de peso puede ser menor a la esperada según las calorías quemadas. En promedio, las mujeres que se ejercitan no experimentan pérdida de peso y mucha gente incluso registra aumentos. Esto puede deberse a descensos compensatorios en otras actividades físicas, así como un incremento en el hambre. Limitarse a contar las calorías y comer menos tampoco parece ser la respuesta, ya que, incluso con las mejores apps de dieta, la gente tiende a subestimar cuánta comida consume.

4.Hacer dieta enlentece el metabolismo y paraliza la pérdida de peso durante meses. La idea de que la dieta puede ser contraproducente para la pérdida de peso se repite en las publicaciones de fitness. Aunque es verdad que el metabolismo se ralentiza cuando la gente corta la ingesta de calorías, esa lentitud llega a contrarrestar menos de la mitad de la reducción en los primeros meses de dieta. Incluso, toma varios años para que ese enlentecimiento opaque por completo la limitación de calorías. El hecho de que la mayoría de la gente arribe a una “meseta” de peso mucho antes, típicamente entre los seis u ocho meses de dieta, significa que debe haber algo más que entorpece la pérdida continuada de peso. Esa temida meseta, en realidad, es más resultado de una pérdida de adherencia al plan de dieta original. Además, se sabe que la pérdida de peso resulta en cambios hormonales que pueden influenciar las sensaciones de hambre y satisfacción. Estos cambios impactan en la ingesta de comida y pueden darse por debajo del nivel consciente.

5. Todas las dietas están destinadas al fracaso. Según consideraciones estadísticas, la gente tiende a recuperar al menos una porción del peso perdido al cabo de algunos años. Esto se da especialmente si consideran a la dieta como una estrategia temporal. Cuando los cambios dietarios son parte de un cambio en el estilo de vida, mucha gente pierde el peso y no lo recupera. Además del monitoreo frecuente del peso, el secreto del éxito puede ser la actividad física. Aunque el ejercicio puede no ser efectivo para inducir la pérdida de peso, suele ser la mejor ayuda para mantener el peso perdido. Además, comparado a la pérdida de peso, solo es necesario un modesto cambio en las calorías consumidas para que el peso perdido no vuelva.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy

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